sábado, 2 de abril de 2011

Escultura barroca española


La escultura barroca es una de las manifestaciones más genuinas de nuestro arte, de temática casi exclusivamente religiosa: sillerías, retablos, imágenes sueltas de iconografía muy repetida, pasos procesionales de Semana Santa, … se emplea principalmente la madera policromada, a la que incluso se añaden postizos de pelo natural, ojos de vidrio... para conseguir mayor verismo.
También podemos encontrar sepulcros, retratos y temas mitológicos en los jardines y fuentes, en estos casos todos ellos realizados en mármol.
Sus características son las propias de la escultura barroca: dinamismo, figuras en escorzo, diagonales y la abertura hacia afuera en las líneas compositivas,  abundancia de plegados en los vestidos y las preocupaciones lumínicas. Meramente españolas el fuerte realismo y la extremada expresividad de las figuras humanas.

La escultura en la Corte
Escasa, los mayores clientes de los escultores barrocos son las iglesias y conventos
Estatua Ecuestre de Felipe III en la Plaza Mayor de Madrid: realizada en Florencia por Juan de Bolonia, que hizo el vaciado en bronce, y Pietro Tacca, que remató la obra.
Estatua ecuestre de Felipe IV en la Plaza de Oriente: una de las más importantes estatuas ecuestres de la historia, diseñada por Velázquez, fundida por Pietro Tacca en Italia y se cree que Galileo hizo los cálculos para que pudiera sujetarse en un difícil equilibrio, en corbeta, sostenido por las patas traseras y la cola.

El realismo violento de la Escuela Castellana: Gregorio Fernández
La Escuela Castellana es realista, como la andaluza, pero más trágica y dura que ésta, mostrando el dolor y el patetismo con toda su crudeza, realismo y expresividad.
Destaca Gregorio Fernández por su extremado realismo patético, sin idealización, y la expresividad de sus rostros. Refleja en sus obras su profunda religiosidad. Sus ropajes son convencionales, angulosos; también destaca por el uso de una policromía, de la que ha desaparecido la técnica del estofado.
Bautismo de Cristo: Dominio del cuerpo humano. Anatomías detalladas. Ropajes son pesados, acartonados, con pliegues rígidos y angulosos y contrastes de luz y sombra.
Cristo atado a la columna: Representado con las manos descansando sobre la columna baja, ya normal en esta época, y de expresión de dolor que alcanza niveles muy altos.
Cristo de la Luz (Crucificado): muerto; es una talla de gran perfección anatómica, recreándose en el dolor y patetismo de rostro, reflejando dolor y sufrimiento con profusión de sangre.
Cristo yacente: Tipo iconográfico creado por él y que repitió en otras ocasiones; el modelado del cuerpo de Cristo es perfecto, realismo patético con abundancia de sangre.
La Quinta Angustia (Piedad): Tema de la Piedad, en el que los gestos y la actitud de la Virgen acentúan el patetismo y pretenden despertar el fervor popular.




Andalucía: el realismo clásico
La Escuela Andaluza es menos hiriente que la castellana, más serena y sosegada, Aunque también realista, destaca por el clasicismo y elegancia de sus figuras y composiciones.
Juan Martínez Montañés: creador de la Escuela Sevillana. Realismo mesurado, equilibrio y belleza más próximos al clasicismo y al manierismo, aunque evolucionará hacia el realismo barroco; sobresale por el buen modelado de sus tallas, los grandiosos paños y el empleo del estofado.
Adoración de los Pastores del Retablo de San Isidoro del Campo en Santiponce: Altorrelieve de composición bastante simétrica y que conserva aún el estofado.
Cristo de la Clemencia (Crucificado): Crea el tipo de Cristo andaluz, muy humanizado, casi sin notas sangrientas, aún vivo y de gran perfección anatómica.
Inmaculada: Virgen idealizada, representada sobre nubes con ángeles mirando hacia abajo; su posición es piadosa y lleva manto amplio hasta los pies, técnica del estofado.
Juan de Mesa: mayor dramatismo y violencia expresiva.
Jesús del Gran Poder: Cristo llevando la cruz, expresión de cansancio y dolor; escultura de vestir.
Cristo de la Agonía: considerada por muchos la obra cumbre de la imaginería española, inicialmente atribuida a Martínez Montañés, del que fue discípulo Juan de Mesa.
Alonso Cano: abandonará el estofado, emplea colores puros en la policromía de sus esculturas, aumentando así su valor expresivo. Más expresividad en rostros y actitudes, dinamismo y búsqueda de la perfección, del equilibrio e idealización de los modelos.
Virgen de la Oliva del Retablo de la Iglesia de Lebrija: clásica, en actitud contemplativa y gran dignidad. Se aleja de sus contemporáneos en dos rasgos iconográficos: la desnudez del cuerpo del Niño y la cabeza cubierta de la Virgen, rasgos renacentistas que Cano conserva, junto con la pervivencia del estofado.
Inmaculada: Con rostro clásico, muy joven, mirando hacia abajo con las manos en actitud piadosa; manto azul ya sin estofado; sus pies se apoyan sobre nubes y ángeles.
Pedro de Mena: Discípulo de Alonso Cano, más realista que su maestro, intenta representar en sus obras los estados de ánimo de los protagonistas, manifestando también la emoción contenida y la tensión dramática de los temas, pero siempre con la mesura y sensibilidad andaluza.
Bustos de la Dolorosa: Expresivos, mostrando un intenso dolor.
San Francisco: vigoroso naturalismo e interés por el patetismo.
Magdalena penitente: Llena de sensibilidad, emoción y realismo. El bello rostro refleja pena y angustia en la emotiva mirada dirigida al crucifijo que sostiene, destaca el virtuosismo de la talla, con el que consigue magníficos efectos realistas en el tratamiento de las calidades.



La escultura del XVIII en Murcia: Francisco Salzillo
Autor de pasos de Semana Santa, más de grupos complejos que de figuras aisladas, que a modo de secuencia van narrando la Pasión de Cristo. En su obra se aprecian influencias italianas, sobre todo por su equilibrio clásico, y el encanto rococó de moda en la Europa del siglo XVIII.
La Oración en el huerto: su obra más importante, grupo en madera; por sus características plásticas se sitúa en la transición entre el barroco y el refinamiento y delicadeza del rococó, destacando el canon neoclásico en el desnudo del ángel.
El Prendimiento: Contraste entre los rostros de Jesús y Judas, la belleza y bondad frente a la fealdad y maldad, y el realismo del brazo que porta la espada de San Pedro.
Figuras de belenes: Impresionante belén de 556 figuras de gran tamaño realizadas en barro cocido y con elementos de madera, cartón o textiles.

Escultura barroca europea: Francia

ESCULTURA BARROCA EN FRANCIA
La escultura francesa del XVII, al igual que la arquitectura, tuvo carácter oficial y cortesano, prevaleció la exaltación del soberano y las principales personalidades de la Francia del Barroco. La obra religiosa pasó a un segundo plano y fue sustituida por retratos, estatuas o monumentos funerarios. Además, la arquitectura palaciega demandó de la escultura numerosos encargos para la decoración interior y de los parques y jardines que rodeaban los principales edificios.
La ortodoxia clasicista promovida desde la Academia tuvo en François Girardon su más directo exponente; sin embargo, a finales de siglo el gusto declinó hacia el espíritu más barroco de Pierre Puget. Sobresalen las siguientes obras:
Apolo atendido por las ninfas, de François Girardon: los jardines de Versalles sirvieron de escenario perfecto para el programa alegórico de la fábula de Apolo; la secuencia que se iniciaba con el nacimiento del dios en el estanque de Latona culminaba en la Gruta de Tetis con el auxilio de las ninfas; sofisticada composición en forma abierta y bajo un concepto paisajístico próximo al helenismo, lo que resulta evidente en el ademán del Apolo sedente.

Retrato de Luis XIV, de Antoine Coysevox: original y naturalista retrato de honda captación realista, pudiéndose comparar con los antiguos retratos romanos; destaca la libertad de movimientos y la aparente improvisación de la composición.









Milón de Crotona, de Pierre Puget: esta obra ha sido comparada con el David de Bernini; sus anatomía se halla también en tensión incontenible, organizándose las figuras en una unión casi perfecta, sobre todo la mano de Milón y el árbol en que se apoya.